martes, 31 de agosto de 2010

Abre la puerta

La virtud más hermosa que un ser humano ha de poseer es la sinceridad combinada con la lealtad. La vida es el escenario donde ambas conjugan demostrando quienes son merecedores de ambas. No nos afanemos por buscar la verdad porque casi siempre ésta toca a nuestra puerta sin nosotros esperarla, lo importante es que debes dejarla entrar.

¿Qué clase de ser humano eres?

En la vida existen diferentes tipos de seres humanos, aquellos que se dedican a ser productivos, a luchar por lo que desean, a ser solidarios con los demás, en fin, buscan convertirse en un ser humano digno de admiración por los demás. Por otro lado tenemos aquellos seres que no pueden dejar de sentir rencor, se sienten fracasados, se sienten frustrados, y todo eso lo enfocan de manera negativa hacia otros seres humanos y prácticamente hacia si mismos. No olvidemos que la vida es solo una, y el mal que tú le desees a otro, sea en la vida real o en estos medios, a fin de cuentas siempre se revertirá hacía ti mismo como si fuera un boomerang. Enfoquémonos en cosas productivas y dejemos de hacer el ridículo.

Lucha de poder


La sinceridad y la mentira han sido eternas enemigas. Muchos le dan cabida a ambas en sus vidas. Ahora bien, cuando esto es así una ha de querer ocupar el lugar principal, desatándose una lucha férrea entre ambas. Es entonces que debes decidir a quien le darás la victoria, si es a la sinceridad te convertirás en un mejor ser humano, más sin embargo si es a la mentira tu alma y tu vida se empobrecerán cada día más.

En busca de la sabiduría...

Cuando decidimos hacer algo tenemos que tener presente que siempre seremos responsables por ello. De la ejecutoria de nuestras acciones seremos siempre responsables, además esas mismas acciones se encargarán de provocar que seamos juzgad@s siempre por los demás. Si nos comportamos como necios, como necios seremos vistos, si nos comportamos como sabios, como sabios nos verán. Ahora bien, la sabiduría y la necedad son polos completamente opuestos, y obviamente no pueden habitar en un mismo ser, ya que resultaría sumamente contradictorio por demás, a menos que la locura sea la esencia de nuestro ser.